viernes, 2 de marzo de 2018

Defensores de animales se oponen a concesionar edificios históricos en el ex Zoo



material enviado a nuestra redacción por Claudia Sanchez




Doce organizaciones advierten que el proyecto del Gobierno podría afectar a las especies.
El ex zoo en su último día abierto este año. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

por Silvia Gómez para Clarín Ciudades
Con algunas definiciones, sin muchas precisiones y cargado de polémicas, el Gobierno porteño impulsa una nueva transformación en el ex zoológico de la Ciudad, que hoy se encuentra cerrado y se llama Ecoparque. Pretende entregar en concesión, durante 30 años, 21 edificios o recintos, catalogados como Patrimonio Histórico Nacional. El proyecto de ley ya se encuentra en la Legislatura y pasó airoso las comisiones de Presupuesto y Protección y Uso del Espacio Público, ambas presididas por legisladores oficialistas; y espera en gateras para "bajar" al recinto y convertirse en ley.

Construcciones históricas del ex zoo porteño. Son las que busca concesionar un proyecto del Gobierno porteño. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

Se trata de una ley de doble lectura y audiencia pública. Y necesita 40 votos para ser aprobada. Y aunque la Ciudad la impulsa como bandera para lograr una gestión eficiente del lugar, el proyecto de ley tiene muchos detractores.
De hecho, doce organizaciones conservacionistas y veterinarias conformaron una coalición para visibilizar las dudas que genera el proyecto y advertir sobre los riesgos de transformar este sitio "en un negocio inmobiliario y gastronómico".
Por supuesto, para todos ellos, la principal preocupación es el bienestar animal. "La colección de animales que permanezcan en el parque no pueden pasar a ser un objeto decorativo de un restaurante o un café. Tienen que estar vinculados de una manera respetuosa con la conservación y con la educación ambiental. Se supone que en base a los animales que no puedan ser trasladados, se realizará el diseño de un paseo que los respete", le dijo a Clarín Francisco Erize, ex director de Parques Nacionales e integrante de la organización Aves Argentinas, con 100 años de historia en el país.

Construcciones históricas del ex zoo porteño. Son las que busca concesionar un proyecto del Gobierno porteño. Foto: Guillermo Rodríguez Adam

"Existe una ley que habla de transformar el zoo en un Ecoparque. El corazón de esa ley es la búsqueda del bienestar animal y, entre otras cosas, lograr las mejores condiciones para derivar a aquellos animales que puedan ser derivados; por supuesto, son muy pocos los destinos posibles y tienen pocas probabilidades de supervivencia en estado silvestre. Los esfuerzos deben estar puestos en esta situación y no en la concesión de espacios cuando aún no se resolvió el traslado", remarcó Erize.
La coalición de organizaciones está conformada por las fundaciones Temaikèn, Ambiente y Recursos Naturales, Vida Silvestre, de Historia Natural, Hábitat y Desarrollo, Biodiversidad Argentina; y los organismos que reúnen a los médicos veterinarios.
En el ex Zoo quedan 963 ejemplares de distintas especies, ya que 359 fueron derivados, según las últimas cifras oficiales disponibles.

Construcciones históricas del ex zoo porteño. Son las que busca concesionar un proyecto del Gobierno porteño. Foto: Mario Quinteros

Además de la salud de los animales, la preocupación en torno al patrimonio también es un eje de polémica. De hecho, en estos días, han sucedido una serie de renuncias técnicas a la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos que fueron vinculadas con el proyecto del Ejecutivo porteño en torno al zoo, entre otros.
Es que el texto de la ley genera mucha incertidumbre, entre otras cosas porque no tiene especificidad. Por ejemplo, dice que se autorizarán "propuestas educativas, recreativas y de concientización en materia de conservación y preservación del ambiente" y también "servicios y propuestas complementarias que mejoren la experiencia del visitante". ¿Cuáles serán esos servicios? Tanto la oposición en la Legislatura, como los conservacionistas, entienden que serán locales gastronómicos. Cosa que desde el Ministerio de Modernización -a cargo de la administración del zoo- no negaron.
Los ambientalistas entienden que, así como está, la ley es un "cheque en blanco" y que podrían recurrir a la Justicia para anteponer un amparo.
Sin embargo, desde la Ciudad aseguraron que la concesión es la única opción para recuperar y mantener el paseo, de 17 hectáreas: "Debido a la magnitud y complejidad de ciertas obras de restauración, se necesitan realizar concesiones de largo plazo que justifiquen la inversión. Así se busca que el proyecto de transformación pueda financiarse a través de articulaciones público-privadas", explicaron desde el Ejecutivo porteño.
Según indica la Constitución porteña, la Legislatura debe aprobar toda concesión, permiso de uso o constitución de cualquier derecho sobre inmuebles del dominio público de la Ciudad por más de cinco años.




22-11-2017 Quieren concesionar las jaulas del zoológico a empresas privadas
Son un total de 21 edificios patrimoniales, que abarcan unos 35 mil metros cubiertos, y que son Monumento Histórico Nacional; críticas de la oposición

por Virginia Mejía para La Nacion



Quieren que las jaulas estén concesionadas. Foto: LA NACION / Fernando Massobrio



El Gobierno de la Ciudad envió a la Legislatura porteña un proyecto de ley para otorgar a empresas privadas la concesión por 30 años de las antiguas jaulas de los animales del Ecoparque. Son un total de 21 edificios patrimoniales, que abarcan unos 35 mil metros cubiertos, y que son Monumento Histórico Nacional. La iniciativa prevé convertir esos antiguos espacios en mal estado, en sitios de concientización sobre la fauna a los que se les añadirán locales gastronómicos sustentables para los visitantes.

Por ley, cuando una concesión dura más de cinco años debe someterse a la aprobación de los diputados, de ahí que Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología, a cargo del paseo, haya enviado el proyecto a la Legislatura para ser debatido en los próximos días.




"Autorízase al Poder Ejecutivo a concesionar el uso y explotación de nuevos espacios, cubiertos o descubiertos, en el predio del Jardín Zoológico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires "Eduardo Ladislao Holmberg", por un plazo de hasta treinta (30) años", dice el proyecto.. "Se les da el permiso por 30 años para justificar la gran inversión que deberán hacer", informó a La Nación la Unidad de Proyectos Especiales del Ecoparque porteño, UPE, organismo encargado de la reconversión del ex zoológico.



Los edificios cuentan con protección patrimonial. Foto: LA NACION / Fernando Massobrio



El monto de las licitaciones se definirá de acuerdo a las ofertas recibidas. Asimismo pedirán una tasación oficial al Banco Ciudad, para garantizar un mínimo de base. Las concesiones, se otorgarán por separado, para cada una de las construcciones. La primera etapa abarcará 8 edificios. Entre ellos la Osera, el Acuario, la Felinera, el edificio Bagley y la confitería El Aguila. El privado restaurará los edificios de acuerdo a las especificaciones del ex zoo, con la aprobación de la Comisión Nacional de Monumentos, Sitios y Lugares Históricos, organismo que aseguró no haber recibido ningún proyecto aún.



El histórico edificio de las jirafas. Foto: LA NACION / Fernando Massobrio

En la segunda etapa se concesionarán el Reptilario, el Pabellón de los Loros, la Fosa de leones, el Templo Hindú de Elefantes, la Choza o ex Congoleña, el Antiguo Monario Azul, la Casa de Ciervos, el Templo Hindú de Cebúes, el Pabellón Ruso, el Pabellón de Camellos, la Casa de las Jirafas, el Chalet de Rinocerontes, la Condorera, el Acuario, la Antigua Caballeriza, el Museo de Arte Infantil, ex Casa de los Pumas y Víboras y la Administración.

Según la Ley 5752 que regula la actividad del Ecoparque, las propuestas de los privados deberán tener por fin "actividades, recreativas y de concientización en materia de conservación y preservación del ambiente, servicios y propuestas complementarias". En ese sentido, y para atraer visitantes, no descartaron que sean las grandes cadenas gastronómicas a las que se les concesionen los edificios. "Las confiterías serán parte del proyecto de transformación, lo importante es que ofrezcan un consumo sustentable¨, adelantó UPE.
El inicio de las licitaciones dependerá de distintas variables. "La primera y fundamental es el bienestar de los animales", aseguraron. Antes de otorgar los premisos se trasladarán los animales a otros espacios. Si alguna especie, por alguna razón no puede ser derivada, su recinto, no se concesionará, dijeron.
El plan prevé además la construcción de nuevos espacios, también otorgados a privados. La superficie total de estos no podrá superar el tres por ciento de la superficie total del predio que comprende 18 hectáreas en la Comuna 14.. En agosto pasado el Gobierno de la Ciudad cerró las puertas del Zoológico de Palermo para transformarlo en el Ecoparque, un nuevo centro de conservación de especies.
Aún quedan animales en el Ecoparque. Foto: LA NACION / Fernando Massobrio

El ex zoo posee unos 81 edificios, algunos de valor patrimonial y otros que no lo poseen y que ya comenzaron a ser demolidos. Se trata de 42 construcciones instaladas durante la década de los 90, mayormente. El. resto, los patrimoniales, abarcan un total de 39 obras, 21 de ellas a concesionar. En 1997 el conjunto edilicio paisajístico que representa el zoo fue declarado Monumento Histórico Nacional mediante Decreto N° 437. Una de las características más importantes es que las jaulas fueron construidas entre fines del siglo XIX y principios del XX de acuerdo al origen de las especies que las habitarían.

Un proyecto polémico

Las futuras licitaciones desataron la polémica entre especialistas y vecinos. "Es una locura, hacer una concesión. Otra vez estamos haciendo negocios privados mezclados con el patrimonio de un lugar histórico. No es lo mismo conceder un ferrocarril, que estos monumentos", opinó Pedro Kesserman, presidente de la Asociación de Vecinos de Plaza Italia.
La oposición se opone al proyecto. Foto: LA NACION / Fernando Massobrio


Por su parte la historiadora del paisaje Sonia Berjman dijo que "por ser Monumento Histórico hay elementos que no se pueden transformar, mucho menos sin tener un proyecto final concreto aprobado. Un jardín es una obra de arte y el paisajista es el artista que lo diseñó. No puedo ponerle al cuadro de la Gioconda un par aros hippies, no debo cambiar el diseño de un jardín".

Las organizaciones de defensa de los animales también cuestionaron el plan. "La idea de que el zoológico sea un negocio viene rondando desde hace tiempo, y este plan lo confirma", dijo Eduardo Murphy del Centro Argentino para el Derecho Animal, quien a su vez alertó respecto al stress provoca en los animales las obras en el predio, especialmente en los llamados Osos de Anteojos. "Licitamos la salida de esa especie, estamos esperando oferentes para que los alojen", dijo la UPE, al tiempo que adelantó que aún resta trasladar a los centros de conservación unos 1200 animales.

Por su parte, desde la Comisión de Seguimiento de la Transformación del Zoológico, formada por un grupo de diputados porteños encargados de controlar las obras, aseguraron que el plan los tomó por sorpresa. "No nos avisaron nada. Otra vez quieren entregarle todo a los privados. Es una barbaridad", dijo el diputado socialista, Adrián Camps, miembro de esa Comisión.





Fotos antiguas del zoo de Buenos Aires

Fuente: Buenos Aires Antiguo: Texto de ROSA ROSKIN.

El 30 de Octubre de 1888, nacía el JARDÍN ZOOLOGICO de Buenos Aires por obra de una ordenanza municipal que lo separó del Parque Tres de Febrero. El antecedente más antiguo del zoológico porteño es el que JUAN MANUEL de ROSAS mandó construir en su casona de San Benito de Palermo, allá por el año 1840, habitado por Yaguarates, guanacos, monos, ñandúes y yacarés. 

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A la caída de ROSAS, el lugar tuvo diferentes destinos, hasta que DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO propuso que en esas tierras se creara un parque para la ciudad. Después de una dura polémica sobre la conveniencia del lugar, en 1874 se creó el Parque Tres de Febrero, con una sección zoológica, ubicada muy cerca del Zoológico actual. 

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SARMIENTO regaló algunos Cisnes y luego fueron llegando otras donaciones de animales Las primeras instalaciones eran precarias y los animales, escasos; hasta se autorizó la compra de ejemplares en el exterior, gestionada por CARLOS PELLEGRINI durante un viaje a Europa. 

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Fotos antiguas del zoo de Buenos Aires


Eduardo Holmberg fundador del Zoo de Bs.As.


Buenos Aires


El Primer Director del Zoológico fue el médico EDUARDO HOLMBERG, un estudioso de la fauna y la flora que inició la construcción de los grandes edificios, al estilo de los países de los que procedían los animales. Este tipo de construcción respondía a una concepción antigua del zoológico, pensando como un paseo donde las necesidades de los animales estaban en segundo plano y era más importante la escenografía. 


Así surgieron algunos edificios espléndidos y extraños de Estilo Oriental o Romano, que hoy tienen un valor artístico e histórico. 

Clemente Onelli Segundo Director del Zoo


El Segundo Director fue el Italiano CLEMENTE ONELLI, quien durante Veinte Años hizo lo posible para acentuar su aspecto científico y educativo, colocando carteles explicativos y confeccionando guías informativas. 

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En 1904 el gobierno nacional lo designó al frente del Jardín Zoológico de Buenos Aires, en cuya dirección se mantendría hasta su muerte, en 1924. Su principal interés en la gestión fue darle al Zoológico vivacidad y copiar los mejores ejemplos de instituciones similares de Europa. 
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Demostró un gran interés y una esforzada atención por estos animales, estudiando los mejores tratamientos veterinarios y las enfermedades más habituales. Este apego le valió su ingreso a la Sociedad Protectora de Animales. 

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Durante los años que Onelli estuvo al frente de la institución, el Zoológico de Buenos Aires vivió una época de esplendor y la cantidad de visitantes aumentó considerablemente. 

Fotos antiguas del zoo de Buenos Aires


Se realizaron numerosas obras de infraestructura y se establecieron distintos entretenimientos para niños. 

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Durante su dirección reapareció la Revista del Jardín Zoológico, en la que Onelli publicó numerosas descripciones zoológicas de los animales en exhibición 

En 1991 el Zoológico fue dado en concesión, y de acuerdo con criterios actuales, intenta convertirse en un centro de conservación de fauna en Peligro de extinción. 


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Street View


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El zoológico fantasma de Buenos Aires, Argentina


Publicado el 27 may. 2017



El zoo de Buenos Aires cerró hace un año, pero los animales siguen encerrados en jaulas. Las autoridades se comprometieron a trasladar a sus 1500 animales a santuarios, pero un año después ninguno de ellos ha sido relocalizado todavía. Si no te quieres perder ningún vídeo suscríbete -- http://goo.gl/o0h097 SALVA VIDAS POR 1€ AL MES: Teaming -- https://goo.gl/7pBglW Facebook -- https://www.facebook.com/AfectoAnimal Blog -- http://afectoanimal.com/

Zoológico de Buenos Aires cierra para convertirse en ecoparque


por

Publicado el 25 jun. 2016


El zoológico de la ciudad argentina de Buenos Aires, inaugurado en el siglo XIX, cierra sus puertas para reabrir como ecoparque con animales autóctonos y rescatados del tráfico ilegal.
Varios proyectos, según sabemos, se han presentado  
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Central Park Zoo, Animal Park in New York [HD]


Publicado el 22 dic. 2010


http://www.parkscout.com Video of the Animal Park Central Park Zoo in New York City, USA.
18-1-2018 Informe del Gobierno de la Ciudad
Ante una solicitud de información pública


masters plan de la zona y sus posibles usos realizados por especialistas en estos temas.
por la redacción de ArquiNoticias GdMd
Es hora que los proyectos se hagan por concurso público y elegidos entre los mejores proyectos que hagan más eco habitable, nuestra Ciudad.
Es por eso que iremos dando a conocer los master plan ya presentados y es de esperar que nuestro Gobierno, sea capaz de poder poner a la consideración pública de los ciudadanos de nuestra Ciudad, para que ellos, a través de las instituciones que los representan puedan elegir los mejores proyectos que mejoren su calidad de vida. 
Ya que estos terrenos son patrimonio de los ciudadanos y no de los actuales Gobernantes, que son solo sus administradores.
Arquitecto Carlos Luis Dibar
Intervención area estacion Pacifico-Palermo Centro de Transferencia 

7-12 2017 - Arquitecta Adriana Elvira Piastrellini
Rescate del Pabellón Centenario Palermo
Acuerdo de labor parlamentaria
Estimados Amigos con nuestro esfuerzo y convicción logramos que se recupere!!!!!! que se impulse una ley que lo defiende!!!
Fuimos invitados a formar parte de las Sesiones SOBRE TABLAS ACORDADAS SIN DISCURSOS
N 738/17: Comisión de Planeamiento Urbano. Despacho de Mayoría: Ley: sustituir el Parágrafo 5.5.2.7, Punto c) del Código de Planeamiento Urbano - (Pabellón del Centenario). Despacho de Minoría: Resolución: Archivo. (Exp. 3131-J-2017, Jefe de Gobierno). Ley 1ª Lectura.
Esta ley impulsara el proyecto de Rescate del Pabellón del Centenario que venimos impulsando desde el año 2008 y que se dilatara hasta que finalmente en compañia de la Arq. Marta Gracia Falco, el Dr. Cralos Wilson y otros que brindaron su apoyo, lo presentaremos al Arquitecto Raposo Varela Diputado por la Unión-Pro en la Legislatura Porteña. quien le diera finalmente el impulso necesario para este importante avance.
Seguiremos luchando por recuperar este significativo espacio de vital importancia para el rescate de la identidad del Barrio de Cañitas y su colectividad con el resto de Palermo
Arq. Adriana Elvira PIastrellini
Fundadora AdbA
Presidente
 


Imagenes de parque similares, atravesadas por calles
86th Street Central Park Manhattan New York


vista inclinada




un ejemplo de un Centro de transferencia en Canary Wharf Londres proyecto de Norman Foster

sábado, 14 de enero de 2017

Mataderos, mi abuela y la toma del frigorífico

Mataderos, mi abuela y la toma del frigorífico

Reflexiones en torno al carácter singular de un barrio donde tienden a fundirse la ciudad y el campo.

Por Ariel Hendler
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Cuando los Croquiseros Urbanos me invitaron, hace unos pocos años, a hablar en la inauguración de su muestra de croquis hechos en Mataderos, mi primera reacción fue pensar que se equivocaron, que debía ser un error, porque yo no soy croquisero ni pertenezco a este barrio. La que sí vivió en Mataderos fue mi madre, y también sus padres, mientras que yo apenas iba un fin de semana por mes a visitar a mis abuelos hasta más o menos mis once o doce años
Sin embargo, el día que los Croquiseros se citaron en ese barrio fui y la llevé a mi mamá, a quien todos escucharon fascinados contar sus historias de la infancia.


Mi relación con Mataderos es más bien de exterioridad, o mejor dicho desde un borde, en varios sentidos. En primer lugar, porque la casa de mis abuelos maternos, una típica casa chorizo, estaba ubicada en un borde del barrio: en la calle Miralla y a una cuadra de la avenida Emilio Castro, casi en el límite con Liniers. No sólo eso, sino que también quedaba más cerca del Parque Avellaneda que de la zona del Mercado de Hacienda y el Monumento al Resero. Por eso jamás conocí esa zona de recovas y olor a ganado: las únicas cuadras que conocí del barrio fueron las cuatro o cinco de Miralla entre Emilio Castro y Juan B. Alberdi.

De hecho, Mataderos podría haber sido para mí cualquier otro barrio más o menos alejado del centro, un barrio igual a todos y sin señas particulares, el arquetipo porteño del barrio periférico: algo así como un no-lugar al revés. Ir hasta allí desde el departamento donde vivíamos, en Belgrano, era un verdadero viaje, tanto en el espacio como en el tiempo. Otra ciudad, otra época, otra vida. Recuerdo subir a la terraza y mirar fascinado el paisaje interminable de terrazas alrededor, liso y cuadriculado como un tablero de ajedrez, sin protuberancias edilicias a la vista.



Espero no caer en demasiados lugares comunes, pero la verdad es que la puerta de calle estaba siempre abierta. Lo primero que hacía mi abuela cada mañana era ir a abrirla y trabarla contra la pared. ¿Cómo explicar esta costumbre de tenerla abierta, si gracias al patio no había necesidad de aire fresco ni luz solar? Es que lo raro hubiese sido lo contrario: cerrarse a la vida colectiva, sacar patente de mala onda, de mal vecino. Había, es cierto, una puerta cancel que podía estar cerrada, pero no hubiese hecho retroceder a ningún intruso.

Mi abuelo tenía su taller textil al lado, comunicado con el patio de la casa; así que apenas bajaba la persiana cada tarde, toda la familia se sentaba en el zaguán a tomar mate, y lo mismo hacían todos los vecinos de la cuadra. No conversaban a distancia ni alzaban la voz; a lo sumo se saludaban, de modo que las tardes no era un griterío ni un jolgorio sino un momento de paz. Para conversar estaba la esquina del almacén en Miralla y Zequeira, donde se formaban corrillos permanentemente, y donde también se juntaba la muchachada.

También se jugaba al fútbol los fines de semana en esa esquina, en medio de la calle. Los que jugaban tendrían 20 años promedio y lo hacían en ropa de vestir, con pantalón largo, como si el partido se hubiera improvisado en el momento sin dar tiempo para ir a cambiase, aunque en realidad era un rito ineludible. Cuando veían venir un patrullero a una distancia de dos o tres cuadras, bien visible porque no circulaba ningún otro vehículo, el partido se interrumpía y todos los jugadores se sentaban en la vereda, apoyados contra alguna pared, hasta que la patrulla pasaba y se alejaba. Era parte del ritual.


Esto me hace pensar que ese barrio de casas bajas, con esa traza ortogonal perfecta, funcionaba casi como un panóptico de múltiples entradas en el que todos podían ver todo y nada escapaba a la mirada de nadie. Todo era transparente, y el hábito de tener la puerta abierta simplemente continuaba esta visibilidad absoluta hacia el interior de las manzanas. Lo contrario de la vida abigarrada y anónima del Centro: su opuesto perfecto.


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Según Margarita Gutman y Jorge Ferrari Hardoy (Buenos Aires 1536-2006), todos estos barrios, parecidos entre sí, se conformaron entre las décadas de 1880 y 1910 para dar lugar a la inmigración europea, mientras al mismo tiempo el Centro reforzaba sus funciones representativas a nivel urbano y nacional. El joven Juan José Sebreli, a su vez,  en su clásico Buenos Aires, vida cotidiana y alienación, agrega que surgieron alrededor de los establecimientos industriales.

Sin embargo, Sebreli agrega que, paradójicamente, estos reductos obreros nacidos para proveer mano de obra al pujante capitalismo fabril eran en sí mismos unas islas de atraso enquistadas en el seno de la sociedad moderna; un microclima en el que predominaba un tipo de mentalidad primitiva, tradicional, mágica y supersticiosa, oriunda de las migraciones internas, y opuesta al mundo racional, mecanizado e impersonal de la fábrica y la vida urbana.

Veamos un ejemplo. Una vez, mi abuela se alarmó al verme salir por la ventana de su casa y saltar desde el alfeizar a la vereda. Era algo que yo no jamás hubiese podido hacer en mi casa, un piso once de Belgrano. Me dijo, alarmada, que tenía miedo. Me explicó que los chicos que hacen eso, salir por la ventana, no crecen y se quedan enanos. Para contrarrestar el maleficio, entonces, me hizo volver a entrar de la misma forma, desandar lo andado, y entonces se quedó tranquila.



¿De dónde venía esa superchería, y muchas otras similares? ¿Del campo, a través de las migraciones internas? ¿De Polonia, su país de origen? ¿O era autóctona de Mataderos y se transmitía en los corrillos del almacén de la esquina? Imposible saberlo, pero creo que el caso de Mataderos, en este punto, es excepcional por ser el barrio porteño fronterizo donde, quizás más que en ningún otro, convivían y conviven aún la ciudad y el campo, el mundo urbano y el rural, el ratón de campo y el ratón de ciudad de la fábula de Esopo.

Ciertamente, en Mataderos se mezclaron el proletariado y la pequeña burguesía con los reseros y peones rurales con su indumentaria de gauchos; cada grupo con sus distintas culturas, tradiciones y creencias. Esto fue así por su situación geográfica de borde urbano, esa frontera donde coexistían el Mercado de Hacienda con las industrias derivadas de la actividad ganadera, como frigoríficos y fábricas de embutidos, donde los animales vivos pasaban de las manos de los peones rurales a las del nuevo proletariado industrial que los reducía a la condición de fiambre o chorizo.

Mi madre, perito mercantil en un barrio que no tenía escuela secundaria (había que ir a Flores o Ramos Mejía), trabajó en el área administrativa de La Foresta, una gran empresa de encurtidos frente al Monumento al Resero. Es decir que el barrio funcionaba, de algún modo, como una unidad productiva y residencial autosuficiente que daba trabajo a sus habitantes en todos los rubros, como un falansterio o un kibutz. Con la diferencia de que entre sus miembros no existía el lazo de consentimiento propio de una comunidad creada a conciencia, sino que reinaban la coerción de la necesidad y la lucha despiadada por la supervivencia. 

Aunque, eso sí, con la válvula de escape de las mateadas compartidas en los zaguanes después de cada jornada laboral.


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Por esta condición de borde geográfico en el que coexistieron históricamente dos universos: el rural y el urbano industrial, Mataderos fue un escenario privilegiado para el proceso de la modernidad. Allí se pudo apreciar cómo, para insertarse en los mercados mundiales y sobrevivir bajo sus reglas, el capitalismo, el maquinismo o el taylorismo tendían a convertir a las personas en eslabones de una cadena con un trabajo monótono, impersonal y alienante.


La operación del progreso, vista así, consiste en suprimir en la mano de obra todo rasgo de particularidad ligada al viejo trabajo artesanal, así como toda marca individual, folclórica, regional o histórica tanto en el proceso como en el producto final. Lo que se cultiva allí es el trabajo universal que es también trabajo abstracto; la fuerza de trabajo entendida como un puro valor de cambio, una mercancía cuyo precio sube y baja de acuerdo a las leyes del mercado, igual que la cotización de las acciones en la Bolsa. La racionalidad de la economía política con sus variables convertibles entre sí que interactúan en un campo homogéneo: ¿Cuánto bajan las acciones del frigorífico si sube el costo de la mano de obra, o al revés?

Sin embargo, también tenemos ahí nomás, enfrente, el mundo rural del Mercado de Hacienda con sus peones rurales que traían sus habilidades y saberes preindustriales; esos gauchos apenas urbanizados con sus atuendos y sus habilidades hípicas, como las carreras de sortijas. Y unas cuadras más allá, las viviendas de los obreros y empleados: ese barrio de las puertas abiertas, del mate en el zaguán y los chicos que no van a crecer si se salen a la vereda por la ventana. De toda esa mezcla surgió, tal vez, el carácter particular y único de Mataderos.

La pregunta, entonces, es si estas dos vertientes que hacen a la particularidad del barrio entraron en conflicto o convivieron en armonía.  Para intentar responder esto tenemos un episodio excepcional como lo fue la toma del frigorífico Lisandro de la Torre, en enero de 1959.

A mediados de ese mes, el gobierno de Arturo Frondizi había sancionado por ley la privatización del frigorífico municipal Lisandro de la Torre, en Mataderos, nacionalizado por Perón la década anterior. Por su volumen de actividad, ese establecimiento no sólo era altamente rentable para la ciudad de Buenos Aires sino también una herramienta única para regular los precios de la carne en todo el país. Y una enorme fuente de trabajo para el barrio. Por todo eso, apenas conocieron la decisión gubernamental, sus nueve mil empleados ocuparon la planta y declararon una huelga contra la “entrega” del frigorífico.



Lo notable es que la toma del establecimiento fue apoyada por los vecinos de Mataderos, precisamente porque el barrio funcionaba como una unidad productiva-residencial, y por lo tanto no había una sola cuadra donde alguien no trabajara de modo directo o indirecto para la industria de la carne. Es decir, era una estructura en la que no se podía mover una pieza sin que afectara a todo el resto. 
Pero, dos días después, la Policía, la Gendarmería y el Ejército, en un operativo que incluyó tropas de infantería y tanques, ingresaron por la fuerza al frigorífico para desalojar a los huelguistas y garantizar su venta.

Aunque la insurrección fue aplastada, el barrio de Mataderos se había erigido en un emblema combativo. O de la "resistencia peronista", según la versión más difundida; pero, más en general, fue la lucha del territorio y sus habitantes contra la lógica del trabajo universal abstracto y la desterritorialización. Una lucha que quizás continúa aún hoy.